Si quieres resultados, actúa diferente.
Ya lo decía Einstein: “Si quieres resultados distintos, no actúes siempre igual”.
Y es que creo que esta frase es tan cierta y tan aplicable a todos los ámbitos de la vida…especialmente, en los momentos difíciles, cuando nos sentimos bloqueados o saturados. A veces, parece que entramos en bucle. Tenemos muy claro que no está funcionando. Vemos claro que debería cambiar. Y en cambio, todo sigue igual. Hacer el “click” e ir a por todas, es muchas veces una tarea difícil.
Cuando de repente nos diagnostican una enfermedad o sufrimos una lesión, toda nuestra vida y la de nuestro entorno se tambalea.
Se pasa por un espiral de cosas por hacer, papeles por arreglar, que si rehabilitación, que si tiene que pasar el médico, que si se va o no a recuperar, que si como evolucionará…todo esto mezclado con un mix de sentimientos que pueden ir de la tristeza, a la rabia o a la esperanza. Y no nos damos cuenta, y todo pasa sin control. Sin que seamos conscientes de lo rápido que va todo. Muchas veces, no hay tiempo ni para reflexionar sobre si las cosas se están haciendo bien.
Al cabo de un tiempo, cuando la situación se vuelve más estable, es cuando uno tiene tiempo de reflexionar sobre lo ocurrido, sobre lo ya hecho y sobre el futuro.
En consulta, muchas veces me encuentro con familias saturadas, agobiadas.
Se establecen roles familiares distintos a los que había antes de la lesión y esto requiere de un proceso que muchas veces no da tiempo a digerir.
Y entonces, nos damos cuenta que en este tiempo de intentar cuidar al máximo a la persona afectada que tenemos en casa, nos hemos perdido a nosotros mismos. Y además, nos hemos convertido en cuidadoras. Ni más ni menos.
Y es importante saber, que esto es muy normal. Al final, la mayoría de las personas, en un caso tan grave lo que hacemos es volcarnos totalmente en la persona que queremos, daríamos todo con tal de que se pusiera bien. Y acabamos estableciendo una relación de dependencia emocional y física con el enfermo.
De las “quejas” que más he escuchado están:
• Que si quiere que se lo haga todo; me llama hasta para que le dé un pañuelo que tiene al lado.
• Conmigo no colabora nada y contigo en sesión de fisio veo que sí se esfuerza.
• Está muy exigente; si no tiene lo que quiere al momento, se enfada.
• No quiere que le deje solo ni un momento, tengo que estar todo el día a su lado.
• No hago nada más que atender sus peticiones, cuidarle y hacer las tareas de casa; antes me gustaba mucho salir a caminar y ahora ya no tengo tiempo ni para eso.
Podría enumerar 1000 ejemplos similares a estos. Cada situación y cada familia es un mundo, pero es común que algunos de estos patrones se repitan.
En este momento, es importante tener en cuenta dos cosas:
1. Tú has hecho todo lo que has podido. Y lo has hecho lo mejor que has podido. Pero, es posible que inconscientemente hayas confundido ayudar por hacérselo todo. Uno de los puntos que más destaco en consulta es: “Todo lo que el paciente puede hacer solo, debe hacerlo solo. Esta es la mejor rehabilitación.” A partir de aquí, tranquila. Siempre hay tiempo para hacer las cosas diferentes.
2. La persona a la que estás cuidando seguramente no tiene este comportamiento a posta ni para fastidiarte. Lo que pasa es que:
Él o ella también ha pasado por un proceso de asumir una enfermedad, muy duro, y quizás no ha tenido la ayuda que necesitaba para gestionarlo correctamente. Con esto no quiero decir que no seas una buena ayuda, si no que a veces estos procesos requieren soporte de un profesional.
A todos nos gusta dejarnos querer, verdad? Entonces, es normal que tu familiar sin darse cuenta se haya acostumbrado a que tu se lo hagas todo, como cuando tuvo la lesión o le diagnosticaron. Y siendo realistas, cuando uno se acostumbra a lo bueno, es difícil encontrar los límites (por ambas partes); el rol familiar ha cambiado y hay que trabajar para que vuelva a cambiar o se adapte a vuestras necesidades.
Si todo lo que te acabo de contar, te resuena, atenta a algunos consejos que pueden servirte para mejorar la situación:
Busca un rato para ti, cógete una taza de té, un vinito, lo que te apetezca…un lápiz y un papel; tómate 15 minutos para ti, para pensar.
Valora qué cosas no te gustan (de tu actitud o de la de tu familiar).
Escribe en el papel, que podrías hacer para cambiarlo.
Empieza por cosas pequeñas, no quieras ir directamente a cambiar todo lo que no va bien a lo grande; esto puede crear frustración y rechazo. Por ejemplo, si tu familiar te pide constantemente que le pases un pañuelo, proponte poner una mesilla al lado de donde él se sienta con los pañuelos a su alcance.
Valora que cosas de gustaba a ti hacer antes, cuales no puedes hacer y porqué.
Escribe en el papel una de las cosas que te gustaría recuperar, que sea realista, empieza también por pequeñas cosas. Márcate en el calendario el día y la hora de la semana que lo vas a hacer y organízate para que así sea. Por ejemplo, si te gustaba mucho salir a caminar, escribe: Saldré a caminar los jueves de 16 a 17h.
Con esto, poco a poco podrás ser capaz de ir cambiando las rutinas.
Es importante, que expliques a la persona que cuidas el porqué de estos cambios, como te sientes y qué necesitas tu también.
Los cuidadores también necesitan cuidarse, o acaban ellos enfermos.
La prioridad debe ser:
Que tanto tú, como tu familiar, podáis ser lo más autónomos e independientes posible, dentro de la situación actual en la que vivís. Es importante para los dos, así que: ¡A por todas! Estoy segura que lo conseguirás.
Y si lo intentas, pero ves que se te hace bola, te cuesta gestionar o trabajar los cambios porque la otra persona no quiere colaborar ni cambiar las cosas, quizás debas necesitar ayuda.
Si necesitas ayuda en este tema, puedes contactarme.
En Anna Bertran, somos expertos en orientar a familias para que gestionen mejor sus recursos y encontréis de nuevo el bienestar.
Si me necesitas, ¡aquí estoy!
Un abrazo,
Anna